Por Alexander Martínez.
Los rusos, son sin lugar a dudas un pueblo fascinante y único; podría decirse que la mitad de las cosas más extrañas del mundo suceden en Rusia, y siempre que veas en internet un vídeo fuera de lo común, es casi seguro que ha sido grabado en Rusia.
Pero así como su gente, también lo es su historia, llena de personajes sugestivos como Iván IV Vasílievich, Pedro I Alekséievich, Fiódor Ushakov, Valentina Tereshkova etc…
Pero en esta ocasión, hablaremos de una mujer no muy conocida en occidente que pasó a la historia por su viudez: Olga de Kiev; pero como mencioné al principio, no te fíes, nada en Rusia es común, ya que a pesar de ser santa tanto de la Iglesia Católica como de la Iglesia Ortodoxa Oriental, pasó a la historia por ser una de las gobernantes más vengativas en la historia de la Rus de Kiev, el principado que finalmente daría nacimiento a la Rusia moderna, Ucrania y Bielorrusia.
De Olga de Kiev, no se tienen muchos registros sobre su vida temprana. Todos los datos con que se dispone actualmente se limitan a mencionar que nació a finales del siglo IX en la localidad de Pskov, en lo que actualmente sería Rusia occidental. Su registro solo se vuelve más completo hasta el año 903 cuando contrajo matrimonio con Igor de Kiev, hijo de Rurik el primer rey de esa ciudad y heredero al trono; aun así, las fechas son confusas, pues de ser así, sugieren que Olga e Igor tuvieron un hijo en el 942, cuando Olga contaba con 52 años.
El caso es que por aquellos días, el rey Oleg, predecesor de Igor, tenía entre sus reinos vasallos a los Drevianos o Drevlianos, en una relación un tanto compleja, ya que se habían unido a la Rus en campañas militares contra el Imperio bizantino y pagaron tributo tanto a su predecesor como a él; pero a la muerte de Oleg en 912 detuvieron dicho pago y en cambio se lo ofrecieron a un señor de la guerra local; incluso intentaron invertir los roles y exigieron a la Rus de Kiev pagarles tributo en cambio.
Durante muchos años Igor intentó restablecer el pago del tributo sin ningún éxito, hasta que en 945 intentó restaurar sus privilegios viajando a la capital Dreviana, Iskorosten (ahora Korosten en el norte de Ucrania). Esa visita, como si los 33 años anteriores simplemente no hubieran sucedido, fue interpretada por los Drevianos como un insulto, y agarrando al príncipe lo asesinaron de una forma un tanto funesta; el cronista bizantino León el Diácono lo describe así:
«Se habían agachado dos árboles de abedul a los pies del príncipe y se los habían atado a las piernas, luego dejaron que los árboles se enderezaran nuevamente, desgarrando así el cuerpo del príncipe».
Con su hijo, Svyatoslav, de tres años, demasiado joven para tomar el trono de Kiev, Olga se levantó para gobernar como regente en su lugar hasta que este alcanzara la adultez. Sin embargo, los Drevianos vieron una oportunidad y maquinaron otro plan, querían que Olga contrajera matrimonio con su príncipe Mal, así, no solo estarían libres de rendir tributo, sino además uno de los suyos se convertiría en el mismísimo soberano de la Rus de Kiev.
Tal vez pensaban que se estaban enfrentando a otra noble recatada que fácilmente podía acobardarse y así arreglar el matrimonio con su príncipe, pero pronto la conocerían bien, porque Olga estaba determinada a mantenerse en el poder y preservarlo para su hijo
Los drevianos enviaron a 20 de sus mejores hombres para convencer a Olga de que se casara con el príncipe Mal (el símbolo viviente del asesinato de su marido) y así unir los dos reinos bajo una misma corona. Diciéndoles que esperaran en su bote, mandó excavar una zanja y a la mañana siguiente los mandó enterrar vivos. No obstante, envió un mensaje al príncipe Mal diciendo que aceptaría su propuesta de matrimonio, pero debía enviarle los mejores hombres de los drevianos para escoltarla a su territorio y así darle más importancia a su viaje y convencer a su pueblo de que era la decisión correcta.
Cuando la escolta enviada por Mal llegó a Kiev, Olga les ofreció una calurosa bienvenida, y los invitó darse un baño después de tan largo viaje. Una vez dentro de la casa de baño y listos para darse un buen sauna, los hombres de Olga bloquearon las puertas y prendieron fuego al edificio, quemando vivos a sus ocupantes.
Con la clase dominante dreviana fuera del camino, planeó entonces destruir a los drevianos restantes. Mandó anunciar que pronto llegaría a la capital dreviana de Iskorosten y pidió que se organizara una fiesta funeraria donde podría llorar por la muerte de su marido en esa misma ciudad. A pesar de no haber tenido noticias de ninguna de las misiones enviadas a la corte de Olga, los drevianos se prepararon para la fiesta.
Llegado el día y después de que pobladores y soldados locales se embriagaran con aguamiel, los soldados de Olga sacrificaron a 5.000 de ellos. A pesar de este derramamiento de sangre, no fue suficiente para saciar su sed de venganza y regresó a Kiev a preparar un ejército para atacar a los sobrevivientes. Los drevianos sobrevivientes suplicaron misericordia y se ofrecieron a pagar en miel y pieles para escapar de su ira.
Ella pareció ablandarse, según la Primera Crónica Eslava o Crónica de Néstor, dijo:
«Denme tres palomas y tres gorriones por cada casa. No deseo imponer un fuerte tributo, como mi esposo, pero solo les pido este pequeño obsequio, porque están empobrecidos por el asedio”.
La Crónica registra minuciosamente lo que siguió:
«Ahora Olga dio a cada soldado de su ejército una paloma o un gorrión, y les ordenó que ataran por hilo a cada paloma y gorrión un trozo de azufre con pequeños trozos de tela. Cuando cayó la noche, Olga ordenó a sus soldados prender fuego a las telas y soltar las palomas y los gorriones. Entonces los pájaros volaron a sus nidos, las palomas a los cotos, y los gorriones debajo de los aleros. Los palomares, las cooperativas, los pórticos y los setos fueron incendiados. No había una casa que no se hubiera consumido, y era imposible extinguir las llamas, porque todas las casas se incendiaron a la vez. La gente huyó de la ciudad, y Olga ordenó a sus soldados que los atraparan. Así ella tomó la ciudad y la quemó, y capturó a los ancianos de la ciudad. A algunos de los cautivos los mató, mientras que a otros los dio como esclavos a sus seguidores. El remanente lo dejó para pagar tributo”.
Los drevianos pagaron después de todo, en vidas y hogares, así como en tributo a la Rus de Kiev, y prácticamente desaparecieron de la historia, pero Olga reinó lo suficiente para ver a su hijo coronado e incluso establecer un número de reformas en su administración.
¿Por qué entonces, a pesar de esta carnicería, Olga de Kiev todavía es venerada como santa más de mil años después de su muerte?
La respuesta tiene que ver más con intereses políticos que religiosos: dado que ella fue la primera gobernante de la Rus de Kiev en adoptar el cristianismo , convirtió también al resto de su pueblo (aunque no a su hijo, que siguió siendo un pagano), lo que le valió el título Isapóstolos, esto es «Igual a los Apóstoles». «Brillaba como la luna de noche», menciona la Crónica de Néstor, «y estaba radiante entre los infieles como una perla en el fango, ya que la gente estaba sucia, y aún no se habían purificado de su pecado mediante el santo bautismo».
En fin… si el relato de su venganza fue verdad o se exageró es muy difícil de dilucidar, pero como menciona el refrán, “Cuando el río suena, es porque agua lleva”.