
La propuesta del diputado Octavio Martínez Vargas para descontar el salario a quienes no asistan presencialmente al pleno del Congreso local fue calificada como contradictoria y de “doble moral” por su homólogo Ernesto Santillán Ramírez, del Partido del Trabajo (PT), quien lo acusó de ser uno de los legisladores con mayor inasistencia en comisiones legislativas.
“El diputado Octavio Martínez no es precisamente un ejemplo de asistencia. Es de los más ausentes en comisiones, que es donde realmente se construye el trabajo legislativo. Y cuando se conecta, lo hace también por Zoom. Entonces, ¿cuál es el argumento para exigir presencia física sólo en el pleno?”, cuestionó Santillán.
Además, el diputado morenista intenta lucirse aplaudiendo públicamente al presidente de la Mesa Directiva, Maurilio Hernández, por su constante presencia en las sesiones, cuando dicha asistencia es una obligación inherente al cargo, no un mérito extraordinario. “No se puede aplaudir lo que es parte del deber mínimo de un legislador con responsabilidades directivas”, dijo.
Martínez Vargas ha defendido que permitir el voto remoto afecta la vida democrática y pidió volver a un esquema completamente presencial. Sin embargo, Santillán Ramírez consideró que dicha postura refleja una visión atrasada del quehacer legislativo y se basa más en la forma que en el fondo.
“El trabajo parlamentario no se limita a estar sentado en la curul. Desde la pandemia, la virtualidad ha demostrado ser una herramienta útil para avanzar en la discusión de iniciativas, mejorar la eficiencia y reducir gastos. Lo que incomoda no es el uso de la tecnología, sino que ahora es más fácil ver quién trabaja de verdad y quién no”, señaló el legislador del PT.
Santillán Ramírez advirtió que pretender medir la productividad legislativa únicamente por la asistencia al pleno es una simulación. “Lo importante no es si el diputado ‘se ve’, sino si da resultados. Es momento de dejar atrás la política de apariencias y empezar a evaluar el desempeño real, no las fotos desde la curul”, concluyó.
Mientras otros congresos avanzan hacia esquemas híbridos y mecanismos de evaluación más eficaces, el Congreso mexiquense sigue atrapado en discusiones sobre la asistencia como si el pase de lista fuera sinónimo de productividad.