
En México los valientes mueren sólos y los cobardes gobiernan.
El homicidio de cualquier mexicano a manos del crimén debe ser considerada como una afrenta grave al estado, sea del gobierno que sea, pero el asesinato de una persona que buscaba lo mejor para su país, debe ser considerada como una muestra de que en realidad las cosas andan mal y que los malos van ganando la batalla
.El alcalde Uruapan, Carlos Manzo nunca se calló, nunca se doblego ante los que tienen secuestrado al país, aún a sabiendas de que podía perder la vida en ello.Pidió, casi suplicó que el estado y la federación lo respaldarán en su causa, la causa verdadera que debe tener cualquier gobierno, garantizar la seguridad de sus gobernados y lo dejaron sólo.
El sábado murió asesinado y este hecho demuestra que no le intereso a alguien combatir a los criminales en Uruapan o en cualquier parte de México.Su muerte y la imagén que perdura en el colectivo social es la de un país abandonado por quienes juraron protegerlo, su última imagén cargando a su hijo será recordada como la de un hombre, un padre de familia que quería un México mejor para su pequeño hijo y se lo negaron.
Los gobiernos niegan que son un narcoestado pero todos nos damos cuenta que si lo somos, porque hechos como este ocurren con frecuencia y normalmente quedan impunes, quedando sólo en la memoria de quienes tenían una esperanza de cambio, de paz y de seguridad.
