De este total, 23 personas fallecieron en el estado de Guerrero, mientras que Oaxaca y Michoacán reportaron cinco y una víctima, respectivamente. Las fuertes lluvias, inundaciones y deslaves han afectado gravemente a varias regiones, especialmente en el puerto de Acapulco, que sufrió graves daños en su Zona Diamante, una importante área turística.
En Acapulco, aunque las lluvias han cesado, las consecuencias de las inundaciones continúan. En algunas colonias, como la Unidad Habitacional Vicente Guerrero 2000, los residentes aún enfrentan dificultades para salir de sus hogares debido al agua que permanece a más de un metro de altura. Los habitantes han tenido que recurrir a lanchas para desplazarse, enfrentando costos elevados y un acceso limitado a recursos.
Las autoridades locales y federales, incluyendo al Ejército y la Guardia Nacional, han intensificado las labores de rescate y vigilancia para evitar saqueos, como ocurrió en situaciones anteriores. Alrededor de 900 personas permanecen en refugios, aunque algunas ya han comenzado a regresar a sus hogares mientras el nivel del agua disminuye gradualmente.
En Chilpancingo, capital de Guerrero, las lluvias provocadas por John desbordaron el río Huacapan, lo que generó inundaciones en varios municipios de la región. Los servicios básicos como electricidad e internet han sido afectados, complicando aún más la situación para los residentes, quienes se enfrentan a la falta de efectivo debido al cierre de bancos.
La Secretaría de la Defensa Nacional ha distribuido más de 2,500 raciones de comida en las zonas más afectadas, mientras que largas filas para comprar productos esenciales continúan en las tiendas locales bajo la supervisión de las fuerzas de seguridad.
Por otro lado, algunos turistas han quedado varados en Acapulco, pero se han habilitado salidas humanitarias para quienes buscan salir del puerto. La infraestructura hotelera, a diferencia de los hogares y restaurantes de la zona, no ha sufrido daños graves en comparación con el huracán Otis, que devastó la región en 2023.
Mientras tanto, los meteorólogos monitorean otras tormentas en el Atlántico, como el huracán Isaac y la tormenta tropical Joyce, aunque ambas se encuentran lejos de tierra y no representan una amenaza inminente.