
Una vez que terminó su peregrinar, el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Toluca monseñor Maximino Martínez Miranda, hizo un llamado a los fieles a replicar el amor que recibieron de la Virgen de Guadalupe ante el tiempo actual repleto de guerras, injusticias, violencia y delincuencia.
Después de varios días de caminar por diversos municipios hasta llegar a los pies de la morenita del Tepeyac, concluyó la peregrinación con la celebración eucarística llevada a cabo el jueves en la Basílica de Guadalupe por el obispo auxiliar, debido a que por salud, no acudió el Arzobispo de Toluca, monseñor Raúl Gómez González.
Monseñor primeramente agradeció a todas las personas que estuvieron pendientes y cuidaron a más de 80 mil personas que con fe y amor, sin importar las inclemencias del tiempo visitaron a la Virgen de Guadalupe como cada año.
En la homilía monseñor Maximino Martínez recordó a los presentes que son peregrinos en la vida y por ende, deben aprovechar la visita a la casa de la Madre de Dios, para pedir por su consuelo ante las dificultades que vive el país propiciadas por divisiones personales y sociales.
La autoridad eclesiástica, comentó a los miles de guadalupanos que esta peregrinación produzca frutos y logre cambios individuales, así como en sus familias, sobre todo hoy que el mundo se encuentra herido.
“Hace muchos años, también en un momento complicado y difícil para los habitantes del nuevo mundo, el Señor envió a Santa María de Guadalupe para unir, consolar y atender las necesidades de los habitantes de América sin excluir a nadie”, indicó.
En la actualidad, dijo, el mundo pasa por un periodo amargo repleto de clamores, guerras, injusticias, violencia y delincuencia, así como carestía, pobreza, sufrimiento y hambre; y aunque el horizonte aparezca sombrío con presagios de destrucción, nuestra madre contagia el amor y la fe”, precisó.
Por lo que hizo un llamado a dejar de lado el egoísmo y hacerse cargo los unos de los otros, ser hermanos sobre todo con aquellos olvidados y descartados por nuestra sociedad por el consumismo y apatía.
“Nuestra madre de Guadalupe está apurada y atenta a nuestra solicitud, hoy como ayer, quiere encontrarse con nosotros como un día lo hizo con Juan Diego”, concluyó.
